Lo que Usted,
posiblemente, no sabe de los EE. UU.
Ramón Pedregal Casanova.
UCR
12 de Junio de 2009
El libro titulado “La otra Historia de Estados
Unidos”, de Howard Zinn, quizás sea el más importante que el lector del
solar ibérico pueda leer sobre el nacimiento, transcurrir en la Historia
y pasado inmediato, presente se podría decir, de semejante país.
El autor declara su interés por sacar a la luz todo
aquello que pertenece a las gentes trabajadoras, pasando de principio a
fin por situaciones explosivas, luchas declaradas, rebeliones
generalizadas y locales, el mundo oculto tras la imagen de libertad,
poder y riqueza que han vendido las multinacionales. Howard Zinn busca
la verdad histórica observando la lucha de clases, las razones
objetivas, los hechos para el desarrollo social conforme se ha venido
dando desde Colón hasta nuestros días.
Frente a la concepción que entraña el título que
Kissinger dio a un libro: “La historia es la memoria de los estados”,
Howard Zinn declara: “Mi punto de vista, al contar la historia de los
EEUU, es diferente: no debemos aceptar la memoria de los estados como
cosa propia. Las naciones no son comunidades y nunca lo fueron. La
historia de cualquier país, si se presenta como si fuera la de una
familia, disimula terribles conflictos de intereses (algo explosivo,
casi siempre reprimido) entre conquistadores y conquistados, amos y
esclavos, capitalistas y trabajadores, dominadores y dominados por
razones de raza y sexo. Y en un mundo de conflictos, en un mundo de
víctimas y verdugos, la tarea de la gente pensante debe ser –como
sugirió Albert Camus- no situarse en el bando de los verdugos”.
Howard Zinn nos trae, como él mismo dice, la
historia vista por los arawaks, por los esclavos, por los cherokees, por
los desertores, por las obreras y los obreros, por los cubanos de la
guerra de Cuba, por los soldados rasos filipinos, por los socialistas,
por los pacifistas, por los negros de Harlem, por los peones de
Latinoamérica, … Si usted quiere saber lo que pasó y pasa en la
Historia de Estados Unidos escuche el grito de los pobres, viene a
decir, y es que un poco más allá, en el libro entero, se oye como una
alarma la voz de los que no han tenido voz, Howard Zinn expurgan
documentos, trae declaraciones, hace transparente la motivación de los
cambios y EEUU aparece tal cual es.
Desde los primeros colonos vemos pasar una especie
de torrente imparable que se revuelca, se transforma, lo nuevo y lo
viejo, un modelo que una vez y otra se ve sobrepasado, pero al que le
vemos operar a sangre fría y reponerse alimentado por las mil
contradicciones que a su vez también a el se lo comen. Se alzan indios,
esclavos, campesinos, jornaleros, obreros, negros, blancos,… y el
ejército mercenario responde defendiendo las posesiones de las élites,
que sólo ceden al empuje imparable de los de abajo. Los enfrentamientos
y su desarrollo impulsan cambios políticos sociales y económicos, y las
élites del poder ponen en marcha una fórmula que denominan “democracia”
cuya base está constituida por un acuerdo entre los dueños de todos los
bienes en su búsqueda de afianzamiento en el poder, viendo claramente la
contradicción que todo lo quiebra: “el problema de la democracia…, era
la división de la sociedad en ricos y pobres. Si algunas personas tenían
mucha riqueza e influencia, si tenían las tierras, el dinero, los
periódicos, la iglesia, el sistema educativo, ¿cómo podrían las
votaciones, por muy amplias que fueran, incidir en este poder? Todavía
quedaba otro problema: ¿no era natural que un gobierno representativo,
incluso teniendo la más amplia base posible, fuera conservador, para
prevenir el cambio tumultuoso?”.
Si el primer corte de la historia nos presenta el
exterminio de los nativos, no habrá nadie como ellos que nos diga de qué
manera descubrieron el terror del mundo que se les venía encima.
Cambiamos de momento y oímos a esclavos y esclavas en sus explicaciones,
y detrás, como tras las voces de los indios, se oye el murmullo de las
oraciones de los brujos cristianos dando su bendición a los dominadores,
y sabemos de la esclavitud justificada en libros y más libros, así eran
los intelectuales, y de los esclavos elegidos por sus diferentes idiomas
para mezclarlos y que no pudiesen entenderse, y el castigo del hambre,
del hierro ardiente, del fuego y las armas, pero también, no olvidemos
un elemento que alienta el libro, de las rebeliones, de las luchas que
se extienden y crean su mitología y sus dirigentes.
Saltemos unos cuantos siglos para situarnos en un
mundo más cercano, nunca se han dejado de oír las oraciones cristianas
bendiciendo la utilización de las mujeres como perros caseros,
bendiciendo la fuerza hasta hacerlas sumisas, útiles para el macho; una
luchadora feminista declaraba en 1819 sobre la educación de las mujeres:
“… ha estado exclusivamente dirigida hacia una mejor exhibición de sus
encantos de juventud y belleza”. El problema, declaraba, es “el gusto de
los hombres, sea cual sea, se ha convertido en un estándar para la
formación del carácter femenino”.
Casi cien años después, el ánimo invasor de los
explotadores estadounidenses les llevaría a mandar su ejército a asaltar
México, sus discursos a la población sometida son brutales, escuchemos
tan sólo cómo terminan: “Espero que alteréis vuestros hábitos,…” “Os
vigilaremos” “Cuidado con la sedición,…, el ejército… sabe castigar”
Pero llegará la crisis capitalista del 29, el país
se hunde, se divide, se diluye, el hambre, las movilizaciones, hacen que
el estado ponga en marcha el denominado “nuevo día”, una campaña de
recuperación del sentido de unidad como país que habían instaurado y un
cambio de política para conseguirlo: ayudas sociales y leyes de
protección frente al enriquecimiento de las minorías, eso permitió el
restablecimiento que apuntaba ciertos aires de justicia; superado el
peligro, sin que pasase mucho tiempo anularían todo aquello que había
puesto un mínimo de orden en la sociedad y los capitalistas se lanzaron
con renovadas fuerzas a la conquista de las plusvalías. ¿Crisis
capitalista? Conviene leer con atención lo ocurrido por entonces. Entre
los documentos mostrados aparece uno en el que declaran su principio más
brutal por medio de un Juez del Tribunal Supremo en 1893: “Es una ley
invariable que la riqueza de la comunidad esté en manos de unos pocos”.
Y es que mucho antes las primeras redacciones sobre la Constitución
dejaban sentado: “Es tan grande la consideración que tiene la ley por la
propiedad privada, que no permitirá la menor violación de esta; no, ni
siquiera por el bien de toda la comunidad”. Siglos y siglos de matanzas
para aseverar por escrito que el fruto del trabajo es de unos pocos, de
esa élite violentísima, terrorista, que no ha parado de matar en ningún
momento de la Historia.
Este sistema de gobierno, que sí guarda sus
experiencias y saca conclusiones, llega al siglo XX porque sus
responsables aprenden. Por ejemplo, dan siempre información falsa al
pueblo y a otros pueblos, el primer ejemplo lo encontramos en sus
contactos con los indios, o en sus maniobras ocultas para derribar
gobiernos, su financiación de bandas de mercenarios, su compra de
informadores en los medios de comunicación para que difundan noticias
sesgadas, ahí tenemos Latinoamérica entera, con Cuba indominable,
recuérdese aquél principio en el que hundieron un barco suyo para entrar
en guerra con la monarquía española; Howard Zinn nos lo cuenta, y
también cómo contra el triunfo de la revolución cubana han financiado
invasiones, atentados, envenenamientos agrícolas y ganaderos, y aprietan
cuanto pueden la garganta de los cubanos con el bloqueo mundial impuesto
bajo presiones de todo tipo al resto de los países; y también la
intervención del gran capital en la guerra del Vietnam la llevaron a
cabo sobre una información falsa que se hizo difundir por esos
mercenarios de la información que tanto abundan, y que en tantas
ocasiones han encontrado respuesta desde las clases trabajadoras
conscientes de su situación en el mundo, aquí vemos esas respuestas.
La documentación que cuenta la historia no
conocida, la que hace bajar el plato de la balanza que siempre nos han
enseñado, nos lleva a fortalecer el punto de vista que se nos niega de
manera permanente, nos lleva a levantar la conciencia colectiva, de
clase, nos pone en guardia ante el discurso y el hacer cotidiano de ese
poder desarrollado siglo tras siglo por la minoría explotadora, nos
muestra su carácter agresivo.
El libro termina en la era de Clinton; nos deja un
gran tesoro de conocimiento, un gran tesoro de Memoria Histórica sobre
EEUU, tan necesario.
La Historia de cualquier país, nos ha dicho más
arriba, no se puede presentar como la historia de una familia, eso
oculta terribles conflictos de intereses entre dominadores y dominados.
Cada capítulo se merecería aquí una lectura
detallada.
Título: La otra Historia de Estados Unidos.
Autor: Howard Zinn.
Editorial: Hiru. Colección Otras voces.
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